El entrenador personal
Está claro que, si tiene muchos años de experiencia, esto lo vuelve más confiable. Sin embargo, ésta no es razón para descartar a los poco experimentados y no permitirles a su vez acrecentar su bagaje de experiencia profesional. Pero, en efecto, es un elemento importante a tener en cuenta, sobre todo, si usted tiene particulares exigencias en su búsqueda.
Los méritos deportivos: ellos solos no garantizan un buen profesional. Los méritos y éxitos individuales en el plano del deporte pueden ser obra, no de su preparación, sino de la de quien monitorizó su entrenamiento, una persona que puso su dedicación, su constancia y un físico robusto; pero que no afinó necesariamente sus conocimientos.
Por tanto, el hecho de que se trate de un campeón, de que no tenga ni un gramo de sobrepeso, de que tenga un físico escultural, no significa que pueda hacerle alcanzar objetivos similares, aunque tampoco significa necesariamente lo contrario. Si no posee únicamente méritos deportivos, sino también una formación académica, usted está ciertamente en buenas manos.
Otros: un entrenador profesional que tenga en su haber publicaciones de libros, que investigue en su campo, que escriba para revistas del sector, que colabore con institutos o universidades es ya lo máximo. No obstante, la tarifa que cobrará será acorde también a su preparación.
Todo lo que se ha mencionado entra en el campo de lo verificable objetivamente, es decir, de las capacidades técnicas y profesionales. Pero un entrenador personal es, ante todo, una persona; alguien con quien compartir momentos de gran intensidad, aquellos que son propios de la actividad deportiva. Deberá parecerle pues una persona simpática, deberá hacer que usted se sienta cómodo y deberá hacerle sentir el entrenamiento como un momento placentero.
Todos estos factores salen a la luz con el tiempo y el conocimiento mutuo. Claro que no se puede pedir al entrenador un mes de prueba, pero sí pedir una lección de prueba; ésto es lo mínimo que puede conceder.
Tener un entrenador personal que siga su entrenamiento, aunque ya no sea un signo de ‘Status’, representa, de todos modos, un elemento de distinción y de tendencia; siendo por ello una figura muy buscada. También trabajar ‘como’ entrenador personal despierta cierta fascinación. Entonces hay que estar atentos a quienes se dicen capaces de realizar este trabajo y que lo digan solo para darse importancia y presumir.