No existe una edad mejor para comenzar a nadar. Flotar en el agua es la cosa más natural para un pequeño que ha vivido nueve meses en la panza de su madre. Pero si técnicamente no existen impedimentos para iniciar a nadar aún a pocos meses de edad, se aconseja contar con al menos los 3 años cumplidos para hacer afrontar a nuestro hijo un verdadero curso de natación.
Para iniciarlos a la competición y a los torneos, en cambio, es necesario que el niño haya cumplido al menos los 8-9 años.
Los beneficios aportados por la natación para el desarrollo psicofísico del niño se conocen. Todo el cuerpo se puede beneficiar de las ventajas de una práctica deportiva que contribuye al desarrollo armónico y completo del físico.
Es oportuno considerar algunas contraindicaciones que pueden causar, si se descuidan, fastidiosas consecuencias. Por ejemplo, una actividad competitiva demasiado intensa puede favorecer el empeoramiento de una escoliosis no individuada con anterioridad, como también estilos como el pecho-se practican intensamente-pueden acelerar, en sujetos predispuestos, la formación de hernias discales.
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También : si el ambiente caliente-húmedo de la piscina es particularmente indicado para quien sufre de asma, así no se puede asegurar para los sujetos con otras deficiencias otorinolaringológicas: especialmente en los meses invernales y especialmente en el momento de la salida del ambiente de la piscina es fundamental cubrirse a menudo para evitar bronquitis, traqueitis, rinitis y otitis por resfríos.
Pertenece en cambio al gran libro de las leyendas metropolitanas la noticia que en el agua aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas. El nivel de asepsia del agua de una piscina (sobretodo cubierta) es muy elevado, gracias a las sustancias desinfectantes, antibactéricas, antimicóticas en ella disueltas.
Algunas simples precauciones, como calzar siempre-obviamente fuera del agua-sandalias de goma evita el riesgo de contraer hongos o verrugas en los pies.