Mitos y realidad de la nutrición

Mito: Ingerir alimentos ácidos, como las naranjas, altera el equilibrio ácido-alcalino del organismo.
Realidad: El organismo actúa para mantener un equilibrio ácido-alcalino constante mediante sistemas tampón específicos. Incluso una alteración menor de la alcalinidad de la sangre puede afectar adversamente a las funciones vitales necesarias para preservar la vida. Afortunadamente contamos con muchos órganos cuya función es evitar que esto ocurra, entre ellos los pulmones y los riñones. En personas sanas, este equilibrio no se ve afectado significativamente por los alimentos que ingieren. Las naranjas y otras frutas y zumos "ácidos" constituyen una fuente importante de vitamina C y nutrientes vegetales, así que no hay que dejar de consumirlos.

Mito: Hay que "dar de comer a los resfriados y dejar que la fiebre pase hambre".

Realidad: No hay que hacer ninguna de las dos cosas. En lugar de esto, es mejor dejarse guiar por el apetito, aunque si se transpira abundantemente a causa de la fiebre, es importante aumentar la ingestión de líquidos para no deshidratarse. Si tiene hambre, tome alimentos ricos en proteínas como pescado, pollo, carne o legumbres. Como efecto de la enfermedad, puede aumentar la demanda proteica del organismo. Otros nutrientes importantes necesarios para la producción de células en el sistema inmunológico que acaben con los gérmenes son el zinc (presente en los mariscos y la carne roja), el ácido fólico y la provitamina A (beta-caroteno), presente en el brécol, las espinacas y las zanahorias.

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Mito: Para prevenir la indigestión, no hay que tomar líquidos durante las comidas.

Realidad: Beber agua corriente con las comidas no ocasiona ningún problema. Aquellas personas con tendencia a tener gases o sufrir de indigestión deben evitar beber agua con gas u otras bebidas gaseosas durante las comidas ya que éstas pueden añadir gases a su sistema digestivo. Por otra parte, la mejor recomendación es comer despacio y no hablar con la boca llena para disminuir la cantidad de aire ingerido y reducir así el riesgo de hinchazón intestinal.

Mito: El azúcar crea adicción.

Realidad: Esto es totalmente falso. Una sustancia adictiva es aquella que el organismo necesita en cantidades cada vez mayores para satisfacer sus necesidades, lo que provoca, en caso de abstinencia, una serie de síntomas desagradables. Aunque nos apetezca tomar dulces y disfrutemos de ellos, es muy poco probable que necesitemos cantidades cada vez mayores de azúcar y que, de no ingerirlas, experimentemos el síndrome de abstinencia. De hecho, el organismo no es capaz de diferenciar entre el azúcar presente en una fruta como, por ejemplo, la manzana, y un terrón de azúcar. Es impensable que alguien pueda temer convertirse en adicto a las manzanas y tener el síndrome de abstinencia si no toma su dosis diaria.

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Mito: El aceite de oliva virgen extra obtenido por prensado en frío es el aceite más saludable de todos ya que tiene un menor contenido de grasa.

Realidad: El prensado en frío es el método de extracción del aceite, que consiste en un procesamiento mínimo a bajas temperaturas.

Todos los aceites proporcionan la misma cantidad de grasa por gramo, independientemente de su origen. Como el resto de las grasas, el aceite de oliva aporta 9 Kilocalorías (37 Kilojulios) por gramo, por lo que debe consumirse con moderación.
Los aceites insaturados (como el aceite de oliva, el aceite de semillas y otros aceites monoinsaturados y poliinsaturados) son beneficiosos para la salud porque ayudan a mantener los niveles normales de colesterol en la sangre. Esto los convierte en excelentes sustitutos de las grasas saturadas.

 

Referencias
http://www.eufic.org/sp/food/pag/food32/food323.htm