La fibromialgia es una enfermedad de génesis multifactorial. Los numerosos estudios documentan numerosas alteraciones de los neurotransmisores a nivel del sistema nervioso central, es decir de aquellas sustancias de fundamental importancia en la comunicación entre las células nerviosas.
La fibromialgia puede ser considerada, entonces, una patología de la comunicación intercelular. Si imaginamos nuestro organismo como un computer, en la fibromialgia todos los periféricos que recogen datos están en grado de recoger las informaciones de manera correcta, pero los datos, una vez recogidos y enviados a nivel central, se interpretan de manera errada.
Las dos características principales de la fibromialgia son de hecho la hiperalgesia y la alodinia:
- hiperalgesia: percepción del dolor muy intenso en respuesta a estímulos dolorosos leves.
- alodinia: percepción del dolor como respuesta a estímulos que normalmente no son dolorosos.
Tanto una como la otra pueden verificarse transitoriamente en sujetos no fibromiálgicos luego de eventos nocivos (ejemplo: eritema solar, herida post-quirúrgica) que hacen que la zona cutánea afectada sea hipersensible.
En los fibromiálgicos, hiperalgesia y alodina son persistentes y difundidas.
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Uno de los efectos de la disfunción de los neurotransmisores, y en particular de la serotonina y de la noradrenalina, es la hiperactividad del Sistema Nervioso Neurovegetativo (una parte de nuestro sistema nervioso que controla con mecanismos reflejos numerosas funciones del organismo como la contracción de los músculos, sudoración, vasodilatación y vasoconstricción, etc.) lo que implica un déficit de irrigación sanguínea a nivel muscular con dolor, astenia y tensión.
Es típico de la fibromialgia, como de las otras molestias neurovegetativas, la variación de los síntomas en relación con numerosos factores clímáticos que pueden provocar un empeoramiento: hay una evidente influencia de factores climáticos (los dolores empeoran en las estaciones de cambio, primavera y otoño y en los períodos de gran humedad), de factores hormonales (empeoramiento en el período premenstrual, en el caso de disfunción de las tiroides), de factores estresantes (discusiones, tensiones en el trabajo y en la familia).
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